martes, 16 de julio de 2013

La chica chicle

'Pop'... El sonido, honestamente, era imperceptible. Pero se podía intuir. 

'Pop'... Mascaba y el color se volvía más tenue conforme ese globo, que salía de su boca, engrosaba veloz y ridículamente hasta taparle por completo los labios y la parte inferior de su nariz. 

'Pop'.. rompía de nuevo.

'Pop'.... Si el silencio reinara en esta ciudad, habría adivinado un burbujeante sonido al adherirse en esa bomba rosada millones de partículas de humo de los buses que transitaban por la congestionada esquina en la que pasaba horas y comprobar que, antes que perderse en la atmósfera, las bacterias no buscaban más que poder saborear la boca de la dama.

'Pop'... El imaginario del sonido sordo me tenía hipnotizada llegando incluso a olvidarme de lo que ella ofrecía en su esquina. 

'Pop'... Advertí que no tenía nada de interesante, no era tan siquiera atractiva y nunca supe si sus ojos eran dignos de envidiar pues tenia la mirada cubierta por esa visera que tenía como flequillo. Solamente estaba ahí, acostumbrando a los transeúntes con su prematura presencia para, con suerte, alguien la extrañaran cuando se ausentara.

'Pop'... De esas chicas había 7 en cada cuadra del centro.  '¡Qué vida tan aburrida!' pensé. 

'Pop'... El semáforo se puso en verde. 'Más aburrida será la que cuenta la vida de otra aburrida', pienso ahora.


(Parte I)

sábado, 6 de julio de 2013

La república de los reinados

Santander no elige representante para el concurso de reina nacional de la belleza.

¿Y qué?- Me pregunté en cuanto leí la noticia creyendo que era el becario de turno quien estaba estrujándose la cabeza para redactar adecuadamente una de esas notas de relleno con la que entretener al practicante 'para que no moleste, y haga algo'.

'Vaya falta de respeto'. Segundos tardó en salir a la luz la indignación de la mujer santandereana, incorrectamente definida como 'brava' (creyendo que su hablar marcado y su ceño fruncido hacen de ella una mujer respetada).

'Bah, será cosa de tres o cuatro. Esto no tiene trascendencia. Al fin y al cabo ¿ a quién afecta esto?'-  Me autoconvencí.

'No es posible, tenemos que conseguir a alguien que represente a la belleza de ese departamento'. Insisten los periodistas. La noticia coge trascendencia nacional. Comienzan campañas mediáticas para buscar a la 'hermosa santandereana'.

'¿Por qué?- pregunté yo indignada y desorientada.

'Porque en Colombia hay reina hasta de la yuca'.- Me explican con paciencia, como si eso fuera una justificación suficiente.

Dejo el tema. Enchufo el televisor para distraerme mientras resoplo y aparecen 6 mujeres de estrambóticos bikinis, mofletes desinflados y posturas incómodas. 'Este fin de semana en la Mesa de los Santos ayúdanos a elegir a la reina de la piña'.

Cabeceo y a riesgo de autoclasificarme como una vehemente feminista me pregunto. ¿En este país de las oportunidades, cuántas Frida Kahlos, Rosas Parks o Marie Curies son eclipasadas por las reinas de la piña, la yuca y el coco?

¿Quién sale realmente beneficiado al darle bombo a unas muchachas que comen papel higiénico para espantar el hambre, gastan la plata que no tienen en tacones rompeespaldas y malgasten con sus sonrisas artificiosas valiosos minutos televisivos en un país con tanta oferta informativa?

En España, cansados de reyes que matan elefantes; en Colombia, ansiosos de reinas que maten libidos.