martes, 21 de mayo de 2013

Crónicas desordenadas

1) Crónica de una pupila dilatada

El irreverente no dejaba de aporrear el teclado, con rabia, con una energía irrespetuosa.
Ensordecedor y molesto, terminaba siendo intrigante y, conforme avanzaban los minutos y acompañado de esa mirada fija en la pantalla, nos alimentaba la curiosidad. 

Dábamos por sentado que se comunicaba con alguna aficionada de novelas de tres al cuarto que aprendió a gatear sobre los titulares que anunciaban la muerte de Lady Di (mucho esperar de ella, si es que en su casa se molestaron en gastar plata en comprar la prensa).

Los ojos, hipnotizados, revelaban la emoción de imaginarse ya a la nena amontonando los peluches bajo la manta de la cama para que, a la vez que simulaban su tierna figura de ángel adolescente, no vieran cómo, a partir de las 10 y 37 de la noche la falda yacía en suelo desconocido. 

2) Crónica de una oración enchispada

 'Démonos la mano y cantemos como hermanos. Oremos por nuestros pecados, roguemos a Dios su bendición por todos nosotros y que estemos siempre perdonados. Pero no se olviden de rogar rápido porque el whisky se calienta y las mujeres se enfrían.'

La carcajada ensordeció a los propios mariachis que esperaban en la entrada y es que los empleados cobraban una extra a fin de mes (con la que, de hecho, alcanzaban para comer) si mostraban simpatía ante los inoportunos comentarios de Don Alguien. Los aplausos, eso sí, no eran válidos porque resultaban demasiado forzados.

3) Crónica de una lesbiana anunciada

 'No podía más, le he dicho la verdad a mis padres'.
'¿Y bien?¿Cómo reaccionaron?'
'Dicen que qué empeño el mío de ir contra natura'.